Capítulo 5: El bien común

Mollie se convierte cada vez más en un problema: llega tarde a trabajar, acepta los bocados que le ofrecen los hombres de granjas cercanas y, en general, no acata los principios del Animalismo. Eventualmente, desaparece, atraída por un hombre rechoncho y de cara enrojecida que le cepilló el pelaje y le dio azúcar. Mollie tira ahora de su carreta. Ninguno de los animales a vuelto a pronunciar el nombre de la yegua.

Durante los fríos meses de invierno, los animales deciden reunirse dentro del establo. Los desacuerdos de Bola de Nieve y Napoleón continúan dominando el debate. Bola de Nieve resulta ser un mejor orador, pero Napoleón es más hábil a la hora de hacerse con el apoyo de los demás animales. Bola de Nieve presenta ciertas ideas para mejorar la granja. Ha estudiado los libros del Sr. Jones y ha conseguido un plano para construir un molino de viento, con el que se podría generar electricidad y automatizar ciertas tareas. Esto le brindaría ciertas comodidades a los animales. Pero la construcción del molino supone demasiado trabajo y Napoleón considera que los animales deben dedicarse a sus tareas en vez de planificar para el futuro. Esta situación divide profundamente a los animales. Napoleón expresa su desdén orinando sobre los planos de Bola de Nieve.

Cuando Bola de Nieve termina finalmente sus planos, todos se reúnen para decidir si llevarán a cabo el molino. Bola de Nieve pronuncia un discurso muy apasionado y Napoleón responde con una discurso breve. Bola de Nieve continúa hablando y logra inspirar a los animales con su descripción de las maravillas eléctricas. Sin embargo, justo cuando los animales se preparan a votar, Napoleón hace una señal desconocida y nueve enormes perros entran violentamente al establo. Napoleón anuncia amenazante que de ahora en adelante las reuniones se harán sólo por motivos ceremoniales: todas las decisiones importantes serán tomadas únicamente por los cerdos.

Después de esto, buena parte de los animales se sienten confundidos y perturbados. Soplón les explica que Napoleón está haciendo un gran sacrificio al asumir las responsabilidades propias del liderazgo. Tomará todas las decisiones en pro del bien común. Este discurso tranquilizó a los animales, si bien todos cuestionaban la expulsión de Bola de Nieve. Soplón les explicó que Bola de Nieve era un traidor y un criminal. Finalmente, los animales aceptaron esta versión y Boxer repitió su máxima “Siempre trabajaré más duro” y adoptó una nueva: “Napoleón siempre tiene la razón”. Pronto estas dos máximas se reforzarían la una a la otra cuando, tres semanas después del destierro de Bola de Nieve, los animales se enteraron de que Napoleón apoyaba el proyecto del molino de viento. Soplón explicó que el líder nunca se había opuesto realmente a esta propuesta; simplemente, había aprovechado la oportunidad para salir del malvado de Bola de Nieve. Esta táctica tenía como fin el bien común. Las palabras de Soplón resultaron tan atractivas (y los perros que lo custodiaban tan amenazantes) que los animales las aceptaron sin más.

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