Capítulo 21: Bebiendo sangre
Renfield admite que Drácula lo visitaba a veces y le exigía obediencia a cambio de moscas, arañas y otras criaturas vivas. Más tarde, cuando Mina lo visita, Renfield se da cuenta de que esta está pálida: Drácula le ha estado robando la vida. Cuando el conde se desliza esa noche en la celda de Renfield, este se muestra enojado y trata de detenerlo, pero los ojos del vampiro lo queman y sale disparado violentamente a través de la habitación. Drácula logra irse del manicomio.
Los cuatro hombres suben corriendo a la habitación de los Harker. La puerta está cerrada con llave, así que la derriban y se encuentran con una terrible escena. Jonathan yace inconsciente, Mina está arrodillada en el filo de la cama y el conde bebe sangre de una herida que tiene esta en un seno. Drácula se voltea, sus ojos transmiten una pasión endemoniada. Pero Van Helsing levanta una hostia y el conde retrocede. La luz de la luna desaparece y los hombres encienden una lámpara a gas. Todo lo que queda del conde es un vapor que escapa bajo la puerta. Morris lo persigue pero sólo consigue un murciélago volando. Mientras tanto, los hombres descubren que el conde había tratado de destruir todos los papeles y diarios. Afortunadamente, tienen todo por duplicado.
Mina y Jonathan vuelven en sí. Mina dice que se despertó aquella noche y encontró a Jonathan inconsciente al tiempo que Drácula surgía de una bruma. El conde la amenazó con matar a su esposo si ella hacía ruido. Drácula bebió sangre de su cuello mientras le decía que no era la primera vez que lo hacía. Luego, abriéndose él mismo una herida en el pecho, la obligó a beber su sangre.