Capítulo 2: El castillo de Drácula

Harker yace fuera del castillo de Drácula mientras piensa en la aventura que ha vivido. Tras esperar un rato, el conde aparece y le da la bienvenida. Es un hombre alto y tiene el rostro bien afeitado salvo por un bigote blanco. Al estrechar las manos, Harker nota no sólo la fuerza de Drácula sino, además, que la mano del conde está fría como la de un hombre muerto. Aún así, la bienvenido del conde es tan calurosa que Harker pierde el miedo. Harker entra al castillo y cena frente al fuego. Mientras conversan, Harker detalla la fisionomía de Drácula: orejas puntiagudas, piel muy pálida y dientes muy afilados. El nerviosismo de Harker regresa.

Al día siguiente, Harker se despierta y consigue una nota que le ha dejado Drácula en la que este se excusa por el día. Sin más que hacer, Harker disfruta de un buen desayuno a pesar de que no hay sirvientes. Luego, revisa un poco su dormitorio y la habitación contigua. El castillo está repleto de mobiliario muy costoso y de tapetes finísimos, y cuenta con una biblioteca muy bien surtida. Pero no hay espejos en ningún lugar.

Esa noche, Drácula se reúne a hablar con Harker en la biblioteca, pues está ansioso de aprender el inglés antes de mudarse a su nueva propiedad. Ambos conversan sobre la existencia de espíritus malignos en Transilvania. Harker describe la casa que el conde ha comprado: es una vieja mansión llamada Carfax completamente aislada. En las cercanías sólo hay un manicomio y una vieja capilla. La conversación continúa hasta la madrugada, pero Drácula se va abruptamente al alba. El extraño comportamiento del conde aumenta la preocupación de Harker.

Al día siguiente, Drácula interrumpe a Harker mientras este se afeita. Harker es tomado por sorpresa y accidentalmente se corta. Mientras mira el espejo, se da cuenta de que el conde no está reflejado en el mismo. A Harker también lo extraña la reacción del conde ante la sangre. El conde se lanza contra la garganta de su huésped, pero se controla cuando toca las cuentas del crucifijo que pende del cuello de Harker. Tras advertirle de los peligros de cortarse en este país, Drácula lanza el espejo por la ventana. Una vez solo, Harker desayuna y nota que nunca ha visto comer a su anfitrión. Sus sospechas aumentan, así que decide seguir explorando. Pero todas las puertas están cerradas con llave. Harker se da cuenta de que es un prisionero en el castillo del conde.

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